martes, 2 de diciembre de 2008

Mejor que todo y ante nada


Adiós.
No, no es tan malo al fin y al cabo. No suena tan mal, ni tan despiadado, ni tan retorcido, ni desvencijado por cualquier insulto y contestación banal o despotricada, no es ni mucho menos la mitad de lo que quiere decir. Es una simple y certera despedida.
-Adiós –contestó, con aire lascivo y lastimero. A lo mejor era hasta incluso bonito, ¿no? O lo dejaremos en pasajero y partícipe de fronteras entre un fin y un principio que pueden confundirse a simple vista. Es hoja de olvido y presentación de soledad y compañía.
Pero… “Adiós, fue bonito mientras duró.” ¿En serio creíste que iba por ti? No, esa cita no, cariño. Quizás fuera otra como: “El amor es la cordillera entre mi río y tu océano, y no pudo ser”.
No lo diremos, hoy no. Yo no quiero que sea así, es más, propongo un hasta luego por tiempos aletargados. Quién sabe, mañana a lo mejor ya has vuelto con las ganas puestas a modo de chaleco y las ilusiones en forma de batín. Hasta entonces.

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