miércoles, 15 de abril de 2009

Di que soy un pájaro


Llovía a cántaros, se formaban aguaceros a cal y canto –con un principio definido y un final alternativo-, sobre la cuerda floja que delimitaba la entelequia de la cordura propia del día a día. Y unas gotitas colgaban del filamento, con la cabeza más gruesa de tanto vacilar, y con los pies en (Tembleque), por no saber si soñar o volver a la cruda realidad.
Una quería ser astronauta de cualquier metrópoli del mundo, otra deseaba dejarse caer con fuerza para desprenderse de la propia esencia y evaporarse de tanta sed de sentimientos; la última quería ser corriente de agua, afiliarse con alguna organización como pudiera ser la de Kallipolis –natación sincronizada, que no ciudad ideal-. Tanto egoísmo había por parte de cada una por conseguir su meta y fin pautado, que se quedaron allí sin poder moverse, con una planificación inservible y la resignación a ser una simple porción de líquido preciado.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No se que decir, simplemente lo he leído.
Cuídate, la gente es quien es por el deseo y los recuerdos.

Anónimo dijo...

Un texto buenísimo. Además el acompañamiento de la foto le va como anillo al dedo.
Mejor fluir como el agua, que se lleve todo lo que nos duele, para volar y sentir la libertad siempre hay tiempo.

Dara dijo...

En realidad no era egoismo, solo ambición. Y tanta tenía la última que consiguió ser todos sus sueños.



¡Miau!

marta dijo...

Los extremos nunca han sido buenos. Quizás deberían rebajar un poco la ansiedad por alcanzar sus sueños.

Me ha encantado.
Un beso MUYGRANDE :)

V dijo...

Cambio de look!!
Me gusta cómo está tu blog ahora, ya casi todos los que leo son negros, hasta el mío propio.
Tus palabras, fantásticas, como siempre, dando que pensar...
Un abrazo:

V