domingo, 21 de junio de 2009

Transplante pulmonar




















Si te digo la verdad –y con verdad me refiero al hecho de no soltar una mentira al menos al finalizar cada frase-, llevo enferma desde los dos últimos años. Tengo fiebre con convulsiones constantes, dificultad para respirar como solía hacerlo (que me tragaba las pelusas de tus mentiras, pero resultaban ser soportables), dolor en el pecho (sobre todo al inhalarte) y una tos con flema e incluso con sangre.
Sigo entre las sábanas asépticas de la inconsciencia, que me arropan con el permanente deseo de no volver a verte aparecer. Por eso no te comuniqué lo de mi enfermedad; porque, al fin y al cabo, cuando tu autómata figura es identificada, se me altera algo allá dentro, por la calle intestinal, donde hacen un nudo Windsor que me acongoja por completo. Me toco el abdomen, por si acaso noto algún revoloteo o agitar de alas pertenecientes a algún insecto. Pero me topo con que no hay nada, no se mueve ni una célula. Todas estáticas, sin realizar ninguna función que haga que entre en calor, provocándome una pulmonía crónica que no se cura desde finales de enero.


El diafragma se me vuelve de gelatina de fresa, el vaho se comprime en algún recoveco de mi garganta y la temperatura va descendiendo violentamente, hasta que tú sueltas algún gesto con la cabeza –como intentando golpear un balón imaginario-, y toso con fuerza. Mi organismo intenta expulsarte de alguna manera, se suceden las contracciones espasmódicas repentinas, la liberación descontrolada de todo el aire que sabe a tu presencia y el agotamiento final, que consigue que me dé por vencida, y que termine respondiéndote con una leve sonrisa blanca, por si lo interpretas como una retirada a tiempo en la batalla que se disputa en mis pulmones.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre es un agrado leer lo que escribes, pero esta vez .... como decirlo.... fue extraño, tal vez soy yo quien esta en un mal día, pero no sentí nada, y lo menciono por que siempre por mi cuerpo se entrelaza en algunas células una emoción que provoca que se muevan, hoy no.
Cuídate, un abrazo, y espero no os moleste.

Constanza Nivón dijo...

gelatina de fresa <3
un beso linda

Anónimo dijo...

...y estoy no hay jarabe que lo cure, mi niña... solamente el tiempo.

Escribes con un buen gusto que me enamora cada línea. Voy a empezar a copiarme tus textos para "estudiarte", para aprender de ti... ¡qué buena eres!

Besos.

Betzabé dijo...

Y cuando esto pasa, cuando tus pulmones luchan ahí adentro, detrás de las costillas y te piden a gritos que tosas para liberarlos... solo puedes sonreír.

La vez pasada me prometí que ya no te iba a decir "perfecto", pero ¡al diablo mi promesa! =D Es que no hay día que no te supees a ti misma...

saqysay dijo...

Qué buena forma de expresar los malestares. Existirá un medicamento que lo solucione.... Tal vez si, o no...

Sólo el tiempo lo dirá...

Un abrazo!!!

marta dijo...

¡Me encanta cómo escribes!
Y respecto al anterior post, quizás no deberíamos juzgar muy severamente a un Lefroy mal retratado por la ficción. De todos modos, no puedo negar que ese tipo de personalidad me atrae, quizás por la falta de decoro, y mi afán por dar lecciones a tales individuos.
Un beso MUYGRANDE :)

Diario de un PEaton dijo...

Vaya genial esa manera de ir apuntalando esas palabras y esos sentires en cada renglon .
Eres parcialmente genial al escribr, o sinplemente una buena escritora.

Bueno me despido, y tal vez me pierda un rato en su literatura.

Dara dijo...

Pero vamos a ver, digo yo, si esto es tan fácil como tomarse el jarabe con sabor a melocotón que mamá guarda en el fondo del armario de las medicinas.



un miau de cereales rellenos de chocolate :)