sábado, 9 de enero de 2010

Algún día volaré sin que te des cuenta












Creo que Alexis era la chica idónea para alguien que lo tiene todo demasiado pautado. Sí, vidas reglamentadas, ya saben. Sus dichosas fechas de cumpleaños en la agenda, los tomos de las estanterías por orden alfabético, los interminables horarios encerrados en cuadrículas con márgenes perfectamente alineados, tener los botes de alimentos con todas aquellas etiquetas de letra Verdana a tamaño doce, caminar siempre con los hombros a la misma altura –a ser posible con la columna vertebral bien posicionada-, ser debidamente correctos cuando a alguien le pasan la sal y todas esas gilipolleces que el orden social implica.
Y no es que ella fuera de esa forma, sino que a ella le daba por desarmarlo todo. Sin duda alguna, tenía los compartimentos del encéfalo descolocados. Seguramente no habría una sola zona para el impulso sexual, pues estaría mezclada con el juego.
A veces se encontraba buscando cosas que ni siquiera había perdido. “Lo que sea que haya perdido o no, lo encontraré”, solía decir. Y en cierto modo lo encontraba, porque al rato solía venir saltando como una loca, con algún objeto en la mano como pudiera ser un sacacorchos, y al momento ya le había bautizado con algún nombre de uno de sus cantantes preferidos. Quizás solía repetirse de vez en cuando, pues ya tenía creo que tres mismos cachivaches con el nombre de Dan Layus.
Pero, sin duda alguna, lo que tenía hecho un lío era el funcionamiento del corazón. Los engranajes oxidados, el miocardio desgarrado o sólo Dios sabe el qué. Y no mataba el tiempo, sino que el tiempo la mataba a ella. Como si cada vez que las ruedas dentadas de su mecanismo emocional quisieran avanzar un poco, fueran perdiendo fuerza porque nadie las engrasaba de la forma como a ella le habría gustado. Y la cuestión es que nadie puede darse cuerda a sí mismo para que los engranajes continúen girando, sino que se necesita a alguien que le dé como unas quinientas vueltas para que te queden rotaciones para el resto de tu vida.
Un día dijo que se había cansado de buscar, que había perdido el aire, como que le faltaba el aliento y no podía respirar. Era una chorrada, por descontado. Pero quise seguirle el juego, por lo que le recomendé que subiera a mi quinto piso, donde la contaminación no llegaba y le sería más sencillo encontrar oxígeno. Me dio las gracias y se marchó con prisa.
Me parece que saltó con los brazos abiertos, como intentando abarcar todo el aire que le fuera posible.
A Alexis se le paró el artefacto de forma prematura, por malgasto de energía de su indomable condición, por ganas de volar y, en definitiva, porque hay personas que no están hechas para vivir sin sueños.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

linda historia, pacifica por así decirlo, simple(me encanta lo simple), un agrado.
cuidate mucho, un abrazo.
^^
yo suelo ser un poco desordenado, no puedo vivir sin sueños, pero creo haber encontrado un suplemento arficial con el cual hacer girar ese mecanismo.^^

Azul dijo...

Me encantó, en qué te inspiraste?

X dijo...

Es complicado entender la mecánica del corazón. :-) Por muy bueno que seas en otras cosas, nadie acaba de saber cómo funciona esto del amor. Y probablemente todos cambiaríamos ese conocimiento por cualquiera de nuestros talentos. :P

Franceska dijo...

Me encanto, kreo ke mi mekanismo esta un poko oksidado pero aun asi no se rinde i sigue funcionando, kiza algun dia alguien venga i lo engrase i le de vueltas, me aferro a eso y a mis sueños

Dara dijo...

Ay, pobrecita. Tendría que haber ido al relojero para ver si aquello tenía solución, antes de lanzarse a volar hacia ninguna parte.



(un saco de miaus
para ti)

saqysay dijo...

Debo decir que no soy muy ordenada, pero dentro de todo sé, dónde están las cosas. Cuándo las busco.
Eso de vivir tan cuadrada mente no es lo mio, tiende a no resultar. Será que no nací para ello. Pero si creo en los sueños, es bello soñar y ser parte de ellos...

Un abrazo!

Zazish dijo...

Es precioso. ¿Sabes? Los vuelos como los de Alexis son como canciones de despedida, pero tan hermosos, que me dejan cierto regusto a nicotina, y no puedo olvidarlos, sino leer más.

Y eso, junto con tus palabras. Un aplauso.

Anónimo dijo...

El Caos contra el Logos... la eterna lucha continua milenios después. Muy buena :)

Diario de un PEaton dijo...

Tienes un carajo que me espanta.
Te aplaudo forasteramente, y hasta los camaereros y el niño sin cumpleños, don Angel, Toño.
Tienes la osadia de contar todo como si tuvieras siete vidas y dos ojos de gata callejera.
nUNCA me equivoco contigo, eres una buena escritora, con el talento grande de un sunami, Sos barbara.


Adios maestra en confundir al diablo y al rey de los altares con tus letras.