miércoles, 27 de julio de 2011

Schlaf mit mir

Al perro de los vecinos comenzaba a fallarle la voz, por lo que su ladrido terminó simulando ser una bocina averiada y ronca cansada de la vida. "¿Hoy es martes", preguntó mi hermano desde el recibidor. Creo que no me atreví a responderle, con el teléfono en mano a punto de llamar después de tarde gris y pegajosa de verano. El diablo entre mis sábanas, mi pierna con un tembleque incesante, Band of skulls en la radio y mil y una cosas que hacer con mil y dos razones para no hacerlas. Busqué cómo se hacía el amor en alemán, sintiéndome más en contacto con el mundo bajo esa terminología manchada de líquido anti-mosquitos. Soñando con Breslavia aun teniendo otros destinos para agosto en mente, y la sensación de permanencia en mi propia habitación, con gente que decae y, mientras tanto, un perro afónico que no sabe del suicidio como solución final.



Me marcho a recorrerme media Europa en coche, así que regresaré alrededor del 16 de agosto o así (ni siquiera tengo clara la fecha). A pesar de lo pesimista que pueda parecer el texto de arriba, estoy que no quepo en mí al haber sido admitida en Traducción y Mediación Interlingüística, pero ha sido el libro de "The virgin suicides" lo que ha provocado que redactara algo así.

¡Pasad un feliz verano!






lunes, 18 de julio de 2011

Summer afternoons
































Ha sido extraño regresar a Valencia y toparme con este asfixiante calor (sobre todo teniendo en cuenta que había días en Bristol donde me tocaba llevar una chaqueta de lana). En el aeropuerto, a falta de nada mejor que hacer, cogí bolígrafo y papel y me dispuse a escribir:

Me preguntaba cómo escapar. Cómo salir de aquella jaula sin hierro. Y la bruma que cubría el idioma incapaz, la minusvalía léxica que enredaba mi lengua como un esparadrapo seco. Un fracaso de la expresión abierta en medio de la humedad de julio que penetra por los poros de mi piel. Qué había de ti, sin embargo. Te dejé por alguna esquina apartada de un callejón con placa vacía, violé tu reputación cuantas veces quise para sentirme más yo, más humana, más fría.

Si ahora sudo me pregunto si no es tu límpida lengua que ha pasado por mi frente, si ahora se me levanta el borde del vestido me pregunto si puedes oler el verano por mis pantorrillas. Pero en esa propia escapada de lo ya vivido, me encuentro contigo de frente, y no es más que otra inmersión sin salida. Quizás es que me marchito, pero este mundo lo siento tan extraño y usado, que más me vale inventarlo de nuevo.


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