domingo, 19 de mayo de 2013

De aquí al mañana solo hay un cierre de pestañas







Sé que pronto todos nos iremos. Que nos preguntaremos, con la duda bajo el paladar, si acaso alguna vez nuestros cuerpos estuvieron en un mismo cuarto, si hubo noches de insomnio donde las palabras le ganaron la batalla al intermitente canto de los grillos. Y podemos fingir que perviviremos en el recuerdo sin pagar nada a cambio, pero el olvido siempre acaba apareciendo tarde o temprano.
Porque hay viajes que agrietan el miocardio, de los que recuerdan que unos parten mientras otros regresan. Con libros que tiemblan sobre el regazo por el traqueteo del tren, palabras que bailan en torno a raíles oxidados y amaneceres desenfocados tras el cristal. Y de pronto nos damos cuenta de que no nos quedaban manos para decir adiós, ni lágrimas para lamentar kilómetros de distancia.