domingo, 1 de diciembre de 2013

We grow steady as the morning



Creo que no pensamos en lo que realmente importaba. En si aquella era la vida con la que habíamos soñado tanto tiempo, si habitábamos la fábrica de ilusiones que se alimenta de mitos callejeros.  Si nos atrevíamos a ver algo, era a través del cristal empañado de un tren en funcionamiento. Con las manos frías y las venas calientes. Había miedo en los poros de nuestra piel, miedo de que un ayer se convirtiese en un hace siglos. Y qué nos queda si no recuerdos. 

1 comentario:

Nahuel dijo...

Conciso, hermoso. Siempre vale la pena esperarte.

Saludos, Nahuel.