Unter den Linden bin ich immer gerne gegangen. Am liebsten, du weißt es, allein.
Allí
que van, ciegos y apesadumbrados, de transbordo en transbordo, sin oírse, sin
tocarse. He visto la soledad en sus pupilas, la indiferencia con la que mueven
un pie tras otro. No son más que barcas a la deriva, un rumor lejano que se
pierden entre el ruido del tráfico y que termina por apagarse cuando bostezan
las avenidas, cuando todo cesa menos el derrame del vino.