viernes, 27 de noviembre de 2015






Unter den Linden bin ich immer gerne gegangen. Am liebsten, du weißt es, allein.

Allí que van, ciegos y apesadumbrados, de transbordo en transbordo, sin oírse, sin tocarse. He visto la soledad en sus pupilas, la indiferencia con la que mueven un pie tras otro. No son más que barcas a la deriva, un rumor lejano que se pierden entre el ruido del tráfico y que termina por apagarse cuando bostezan las avenidas, cuando todo cesa menos el derrame del vino.